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Numerosas obras misioneras se reconvertirán progresivamente en una actividad de tipo humanitario, y las oposiciones entre «civilización» y «salvajismo», o entre cristianos y paganos, que han sido la base de la justificación de los proyectos coloniales y misioneros, van a ceder el lugar a una visión del mundo que opone los países «desarrollados» a los países «subdesarrollados», estos últimos a calificados a veces del «Tercer Mundo»
Al mismo tiempo, la actividad misionera va a hacer en el Valais una organización siempre más importante a partir de 1950. Numerosos eventos se organizarán, van a ser creadas asociaciones, recolectas de fondos, conferencias dadas y artículos de prensa publicados regularmente. Esta efervescencia alrededor de las misiones testimonia la puesta en plaza de una propaganda buscando reclutar nuevos candidatos misioneros a través del cantón. Los llamamientos a los jóvenes laicos se harán también para asegurar la realización de actividades paralelas a desarrollar en las misiones, como la educación, la sanidad, la construcción o la ganadería.
El 25 de octubre de 1949 tiene lugar en Saint-Maurice una «Jornada de las Misiones», de la cual el orden del día consagra una gran parte a la evangelización del África. Otras «Jornadas» o «Semanas» de las Misiones serán luego organizadas en otros lugares del cantón. A comienzos de los años 1950 se creó en Sion un primer «Centro misionero» del cual el responsable será el médico Pierre Calpini.
Durante une semana entera en Sion, del 11 al 18 de octubre de 1955, se realiza la Exposición misionera católica suiza, llamada también MESSIS. Se trata de una exposición itinerante que ya ha pasado por ciudades diferentes del país. Igualmente existe durante este período exposiciones misioneras comparables organizadas en las ciudades protestantes por la Casa de las misiones de Basilea. La manifestación tiene lugar sobre el lugar de la Plaza de la Planta donde fueron llevadas carpas grandes. Las autoridades eclesiásticas y políticas valesanas son largamente representadas y constituyen para la ocasión un comité de honor presidido por el obispo Néstor Adam. Este último, en una carta reproducida en la primera página del Nouvelliste valesano, inscribe la manifestación bajo el signo de la «propagación de la fe» y llama a una «movilización pacífica y santamente conquistadora». El tema de la persecución de los cristianos en el mundo está también en el corazón del evento, un stand consagrado especialmente a la «Iglesia perseguida». Asimismo se pueden ver ahí exposiciones de arte africano así como proyecciones de filmes. La prensa informa sobre 16.000 visitantes en ocho días.
Este evento se inscribe en la tradición inaugurada por la Exposición misionera universal del Vaticano en 1925. En los dos casos, se trata de celebrar la grandeza de la Iglesia católica, pero los desplazamientos geográficos inducen necesariamente modificaciones en las cuestiones de la celebración. La amplitud de los medios consagrados a la organización de este MESSIS muestra que no es solamente asunto de la Iglesia, sino también y quizás antes que nada del mismo Valais. Por la elección del lugar, por la solemnidad de los discursos, así como por la impresionante cobertura mediática del evento, es el Valais quien se hace ver en una postura «conquistadora» bajo la mirada de un mundo que trataba de salvar. La emigración religiosa valesana parece entonces tener otra función que se dio vuelta hacia el interior mismo del cantón, y esta cuestión identificatoria se va a reforzar más en las decenias que siguen.
En numerosas parroquias del Valais serán creados numerosos «Centros misioneros», primero en las ciudades, luego, en 1960, en las aldeas de planicie y de montaña. Sus reuniones comunes se tienen bajo el patronazgo del obispo. La multiplicación de esos centros terminará en una Federación de los Centros misioneros del Valais, que organizará buenas acciones a favor de las misiones. La más conocida será la «Navidad del misionero valesano» que tuvo lugar de 1956 a 1995. Estos llamados a levantar fondos serán retransmitidos por la prensa local que al mismo tiempo consagra cada vex más artículos sobre las actividades de los Valesanos.
En ocasión de la acción de la Navidad de 1976, se sabe en la prensa que el número de los Valesanos que partieron en misiones a través del mundo es de 212. Èstos, ya sean padres, religiosas y religiosos o laicos, son presentados como «embajadores» del Valais, ya que a través de su acción todos los Valesanos «son puestos en relación con los otros países, otras razas, otros pueblos». La comparación se hace explícitamente con los deportistas que representan a su país todo entero cuando participab en una competició internacional. La cuestión de identidad que constituyen las misiones católicas para el Valais es aquí reforzada por el orgullo que debería suscitar el hecho de tener entre los suyos misioneros que partieron a los países pobres. Que èl llame al honor patriótico o familiar, este sentimiento de orgullo ha sido cuidadosamente mantenido durante muchas decenias y forma parte del fenómeno de la emigración religiosa.
Durante los años 1990, las partidas de misioneros valesanos se hacen cada vez más escasas. Al mismo tiempo, la crisis de las vocaciones lleva al Valais a una falta de padres nuevos y a una sobrecarga de trabajo para ellos que debenservir en varias parroquias. Una de las maneras de compensar este desequilibrio ha sido hacer venir de los cuatro rincones del mundo a curas para oficiar en las parroquias valesanas. A instancias deaquellos que vinieron por el Grimsel en 1607, hay que hablar de «misioneros» para designar a esos hombres que vinieron de otros lados con el fin de predicar en un país donde el catolicismo perdía velocidad? No parece que sea así percibida la situación. No sin cierta condescendencia, es el término «adopción»que a veces se usa para calificar esta nueva forma de inmigración religiosa.
Réferencias
Fanny Guex, « L’Echo du Sikkim. Missionnaires suisses dans l’Himalaya. De la conquête à l’aide humanitaire (1937-1970). », dans Revue suisse d’histoire, 65/3 (2015), p. 449-470.